45 años - El hundimiento
Kate y Geoff son un matrimonio de avanzada edad que mantiene una relación soñada. Pero un hecho en apariencia intrascendente se encargará de poner patas arriba su existencia. Será concretamente una carta remitida desde Suiza el elemento que perturbará la apacible vida de esta pareja. Un secreto inconfesable, al que en un principio Kate no da demasiada importancia, sale a la luz. Han hallado el cadáver de una mujer, el primer amor de Geoff, fruto del deshielo de los glaciares en los Alpes suizos. El comportamiento de Geoff mutará por completo al revivir un pasado que nunca habÃa conseguido dejar atrás. A Kate le tocará asumir algo que nunca antes habÃa imaginado: hubo una mujer -Katya, cuyo nombre y presencia condiciona por completo la narrativa del film- antes que ella en la vida de su marido. Todo esto a menos de una semana de la fiesta de celebración de su cuadragésimo quinto aniversario.
El joven Andrew Haigh, que ya demostró muy buenas maneras en 2011 con Weekend, nos somete aquà a un juego emocional que se va complicando y estrechando paulatinamente. Algo similar le ocurre a Kate, que tiene que lidiar con la incertidumbre de qué hubiera ocurrido si aquella mujer no se hubiese ahogado. De forma más que inteligente -y brillante-, el director británico va dosificándonos la información más relevante -a nosotros y a la propia protagonista en su búsqueda-.
Haigh desarrolla una parábola sobre los sentimientos, especialmente acerca de aquellos cercanos al dolor y la pérdida, a la confusión y la incertidumbre. Y lo mejor, lo que eleva 45 años a una calificación muy cercana a la obra maestra, es que todo ocurre bajo una aparente capa de normalidad. Pequeños detalles irán resquebrajando poco a poco algo que creÃan -y creÃamos- consolidado, haciendo de esta drama uno de los más contundentes y mejor ejecutados de la década.
45 años crece cuando uno se detiene a analizar sus incontables virtudes. Un drama demoledor, que golpea precisamente por circular siempre por debajo de lo que vemos, detrás de los rostros de esa pareja de intérpretes tan brillante, en sus emociones. La pelÃcula es brillante en su totalidad, pero toda la fuerza se desprende a partir de un descubrimiento que pone de manifiesto la importancia narrativa de unos créditos iniciales que en otra ocasión podrÃan haber pasado desapercibidos. A partir de ahÃ, disfrutamos -en sentido cinematográfico, exclusivamente- de una secuencia portentosa, una lección de manejo de las emociones y de saber cerrar una historia. De las mejores pelÃculas de este 2015, un año en el que Golem Films se está cubriendo de oro.