Life Feels Good - Producto vegetal
En poco más de un año han llegado a nuestras salas dos películas polacas con ciertos aspectos en común: Ida y Papusza. Ambas otorgaban una importancia incuestionable a la estética, aunque sin descuidar nunca el fondo. Las dos en blanco y negro, nos trasladaban al siglo pasado, en el que tenían lugar dos historias relativamente sencillas que tenían mucho que decir sobre la difícil situación del país. Life Feels Good, a diferencia de los trabajos mencionados, es una cinta relativamente comercial, cuyo objetivo primordial es contarnos una bella historia sin florituras. Que lo consiga o no es otro asunto.
Mateusz es un joven de 30 años que sufre de parálisis cerebral desde que nació. A pesar de que hoy en día lleva una vida normal -dentro de sus evidentes limitaciones-, ha sido tratado siempre como un vegetal. Life Feels Good nos cuenta la historia de Mateusz, desde que nació hasta el presente, donde, interno en una institución mental, es evaluado por expertos para conocer cuál es su nivel de discapacidad.
Narrada en su totalidad en primera persona, Life Feels Good nos introduce en lo que ha sido la vida del joven, a través de unos intertítulos que coinciden con su estado vital en cada momento. Es destacable y digno de admirar que se mantenga alejada de sentimentalismos impostados, pero también he de decir que tal decisión puede volverse en su contra, pues hasta el último tramo la cinta desprende una frialdad que limita mi conexión emocional. El tratamiento de la historia es bastante superficial, desarrollándose todo de manera un tanto acelerada.
La banda sonora escogida no me parece ni mucho menos acertada, pues tanto dinamismo y alegría hace que por momentos tenga la sensación de estar contemplando un anuncio de casi dos horas. Que una historia tan delicada se quede tan cerca de resultarme artificial es preocupante. Por suerte, y aunque sólo ocurra en tramos determinados del metraje, la historia de este ser humano que ha sido dado por vegetal -sin serlo- durante casi 30 años consigue superar todas las adversidades y ganar importancia.
Life Feels Good es una película que aporta más bien poco, cuya efectividad se debe casi en su totalidad a la estremecedora interpretación de Dawid Ogrodnik en la piel del Mateusz adulto. Sin resultar del todo fallida, desaprovecha una historia real que únicamente creemos así cuando está a punto de concluir. Lo que es evidente es que, a pesar de alejarse de la corriente lacrimógena hacia la que apuntaba su premisa, tiene la capacidad de emocionar de forma natural.