Mia Madre - Dualidad
Mia Madre es una pelÃcula de dualidades. También es la forma de redimirse de Nanni Moretti, que se proyecta a sà mismo en el personaje de Margherita, una mediocre directora de cine -separada y con una hija adolescente- que se encuentra rodando su próxima pelÃcula mientras su hermano, interpretado por el propio Moretti, deja de lado su carrera laboral para cuidar de su madre enferma. La madre del director italiano falleció mientras éste montaba su anterior pelÃcula, Habemus Papam. AsÃ, en Mia Madre enfrenta su yo real -Margherita- con el ideal -él mismo en la ficción-. Pero también enfrenta la realidad con la ficción, la realidad con los sueños y la vida con la muerte. Más allá de este suceso, cuya importancia para desentrañar toda la riqueza de la obra es capital, el personaje de Margherita recoge todas las preguntas sin resolver de Moretti, tanto en su faceta de cineasta como en la de su vida personal.
Tanto en La habitación del hijo, probablemente el film más laureado del transalpino, como en Mia Madre. el duelo es el epicentro de la narración. En la primera todo el dramatismo se articulaba en torno a la inesperada muerte de un vástago, mientras que en Mia Madre se pone el foco en afrontar la inminente pérdida natural de la progenitora. Pero existe una diferencia importantÃsima entre ambas -además de que la segunda es mucho más rica en cuanto al contenido-: el tono. La frialdad de la primera congelaba mis emociones, cuando la pretensión de Moretti no era precisamente ésa. Mia Madre, sin embargo, encuentra en la calidez una de sus mayores virtudes. La pelÃcula se encuentra en un estado de cambio constante, alternando realidad y ensoñaciones, drama y humor. Pero el conjunto no se resiente nunca de ello, logrando emocionar con mayor facilidad, aun cuando las pretensiones no eran tan grandes como lo fueran en la cinta ganadora de la Palma de Oro en 2001.
SerÃa injusto olvidar el estupendo trabajo de Marherita Buy, que sostiene en todo el momento el peso dramático; pero también lo serÃa olvidar a un John Turturro que hacÃa mucho tiempo que no estaba tan bien. Su aparición como contrapunto humorÃstico -interpretando a un actor pedante e incapaz de recordar sus lÃneas de guion-, que puede incluso desconcertar en un principio, termina encontrando su sitio en la que hasta determinado momento era una pelÃcula distinta: la de la vida personal de Margherita. Nanni Moretti es un estupendo director de actores, capaz de de sacar lo mejor de sà mismo -aquà en menor medida, pues se reserva un papel relativamente pequeño- mientras hace lo propio con una estrella de Hollywood.
Quizá el estado cambiante de la pelÃcula, en la que conviven la realidad y los sueños en perfecta armonÃa, dificultando incluso la labor de interpretar si una escena es o no real hasta que la misma concluye, no es más que un reflejo de nuestra propia existencia, y del inexorable peso de los sueños -frustados y por cumplir- en nuestro dÃa a dÃa. Pero también es, sin lugar a duda, su forma de enfrentar sus errores, de cuestionarse no ya su propia existencia y labor como cineasta, sino una serie de interrogantes que nadie parece saber responder, menos aún él mismo. Asà lo plasma mediante la voz en off de Margherita mientras responde las preguntas de los periodistas en una rueda de prensa, que dice algo asà como: “No paro de repetir siempre lo mismo, pero en el fondo me siento confusa, no entiendo nada. Todo el mundo cree que comprendo lo que pasa, que soy capaz de interpretar la realidad, pero no comprendo nada“. Margherita, finalmente, cree haber fracasado en la vida como hija, como madre, como esposa y como directora. Un fracaso al que tiene que hacer frente, ejemplificado de forma perfecta cuando los alumnos de su madre, profesora retirada, deciden ir a visitarla al hospital. La falta de aprobación del resto para con su trabajo no hace más que acrecentar las dudas que inundan su cabeza.
Mia Madre finaliza con una emotividad que brota poco a poco, fruto de la cercanÃa con la que presenciamos toda la historia. Su aparente sencillez esconde una pelÃcula muy madura, que se consolida como un ejercicio de reflexión que sirve como complemento -y a la vez es parte intrÃnseca- a la emocionante historia. Quizá algo irregular, pero no por ello menos valiente y conmovedora. Cine dentro del cine. Cine sobre la vida y sobre el propio cine.