Deadpool - El chico malo de la industria
CrÃtica escrita por Jorge Aceña
A pesar de razones obvias respecto a la consideración o etiquetación de Deadpool como pelÃcula perteneciente al género de superhéroes, serÃa muy conveniente relegar la percepción global del habitual producto puramente comercial, el conocido blockbuster, para hablar de la adaptación a la pantalla de este peculiar antihéroe, pues si de algo estamos seguros es que no se parece en nada al blockbuster común que con tanta saturación se tiende a explotar en estos últimos años. Evidentemente, para el seguidor acérrimo del mundo del cómic, de las extenuantes batallitas del héroe de turno contra el tÃpico villano para salvar la ciudad, cada estreno le supondrá un acontecimiento inconcebible de perderse, e industrias como Marvel o DC cuentan con millones y millones de fans en todo el mundo, saben muy bien cómo sacar la mejor tajada de este asunto. Ante el aluvión de próximos estrenos que se avecinan como consecuencia de una programación publicada tiempo atrás, parece que todo el mundo anda frotándose las manos, sin importar el grado de repetición y hastÃo que puede generar en un espectador menos apegado a este género. Tampoco parece importar la calidad del producto, pues si por algo se caracteriza es por su poca capacidad de innovación, con la misma predilección por el insalubre artificio y la pirotecnia, reiterativo en sus formas, casi siempre planas y molestas. Es necesario dejar a un lado la percepción general sobre este tipo de pelÃculas (como hacÃa mención al comienzo) para definir Deadpool, todo un ejemplo de desparpajo a la hora de encarar una propuesta que navega a contracorriente respecto a la fórmula usual del blockbuster, una idea singular cuya vÃa para alejarse del repetitivo mecanismo es la autoparodia, como ya hicieron otras pelÃculas con personalidad de reinvención como Kick-ass.
Deadpool parte de la historia de Wade Wilson, un miembro de las fuerzas especiales que es expulsado y reconvertido en mercenario. Cuando a Wade le diagnostican un tipo de cáncer insalvable, su única salida es someterse a un experimiento con la capacidad de salvarle, pero el verdadero propósito es el de transformarle en un esclavo. En su intentona por salvarse el pellejo, Wade queda desfigurado. Desde ese momento, su único objetivo es buscar la venganza contra el malvado que le convirtió en un monstruo.
El papel que juega Deadpool es únicamente el de la autoflagelación eficiente, sobre sà misma y sobre la particularidad de su género, riéndose sin complejo alguno, sin prejuicios. Como motor consistente y alimentado con multitud de gags, guiños y referencias al cine de superhéroes, a la cultura americana e incluso menospreciando con cierta guasa a los propios creadores y participantes del conjunto, la completa insistencia en provocar risas con cada chiste le juega en muchas ocasiones una mala pasa, pues lo poco agrada y lo mucho, en este caso, termina por cansar. La presencia de Ryan Reynolds acentúa con bastante jocosidad y predisposición la esencia de un personaje ocurrente, socarrón, con mala leche y con cierta inclinación por romper a menudo la cuarta pared y estar de continua charleta con el público. Curiosamente han pasado muchos años desde que se propuso llevar a cabo el proyecto, algo que no mucha gente veÃa con claridad, ya que los rasgos de este cómic no casaban con la tipologÃa del héroe que se viene haciendo muchos años atrás. Deadpool es una pelÃcula inusual que funciona muy favorablemente como vehÃculo evasivo ante todo el dramatismo y seriedad que desprenden la inmensa mayorÃa de los blockbusters pero que sin embargo se excede equÃvocamente en el intento de hacer reÃr con chistes de bajo nivel, empañando los construidos con verdadero acierto. Si nos llegasen historias de este tipo con más asiduidad, mis impresiones acerca de los denominados superhéroes serÃan otras. Y posiblemente mejores.