San Sebastián 2018: El cine español de Nuev@s Director@s

lunes, octubre 01, 2018 0 Comments A+ a-

Como viene siendo costumbre, la sección Nuev@s Director@s ha contado con una notable participación española en esta edición del Zinemaldia. Además, algunas de sus producciones se encuentran entre lo más destacado de la muestra. 

Las imágenes y el montaje de Oreina (Ciervo), primer largometraje de ficción del hasta ahora documentalista Koldo Almandoz, transmiten una paz que resulta difícil de encontrar incluso en las obras de los autores de mayor renombre que se han visto durante el festival. Es cierto que la cohesión de todos sus elementos es algo frágil, que quizá el cineasta vasco peque de inexperto y no aproveche todo el potencial narrativo de su talento visual, pero resulta conmovedor su retrato de personajes  a partir de gestos y acciones cotidianas, del propio discurrir de la vida en ese bello entorno rural. Todo lo que muestra y encierra la película es convencional, sencillo y universal, pero el calmado y oportuno ritmo de la narración se traduce en un armonioso viaje que contrasta notablemente con el cinismo y la crueldad que tan a menudo pueblan las imágenes de los títulos de esta sección. Qué agradable sorpresa.


No sorprende tanto el impacto que causa en esta sección la inclusión del nuevo trabajo de Elías León Siminiani, un cineasta que por trayectoria podría haber estado en algún apartado de mayor entidad. Aunque, si hablamos de entidad, el espíritu de la propuesta casa bastante bien con el carácter novedoso o amateur de las películas aquí presentadas. Como buen amante del cine de atracos, Elías se interesó muchísimo allá por el año 2013 por ‘El Robin Hood de Vallecas’, cuando fue detenido después de llevar a cabo siete robos con su banda por la red subterránea de Madrid. Así, la película nos muestra el proceso desde que Elías decidió contactar con él hasta inicios de este mismo año, cuando la producción ya estaba a punto de llegar a su fin. El trabajo es entretenido e interesante en la medida que lo es el material con el que cuenta y el personaje real que nos ocupa, pero su superficialidad impide que pase de lo anecdótico. Las pocas ideas de esta Apuntes para una película de atracos –el cambio de narrador y el paralelismo entre las vidas familiares− fracasan de esta manera por el escaso interés de su ejecución.


Muchas menos razones para perdurar en la memoria ofrece el debut de Celia Rico Clavelino, Viaje al cuarto de una madre. El transcurso del tiempo en la narración es mostrado de forma errática, así como el distanciamiento emocional respecto a los personajes a través del montaje y de los encuadres nos sitúa en una posición un tanto frustrante. ¿Acaso existe un mínimo de coherencia interna entre las labores de Celia Rico y las de Fernando Franco y Santiago Racaj? La sensación que transmite esta ópera prima es de indiferencia absoluta, algo inequívocamente negativo cuando, después de todo, el drama familiar tiende hacia lo positivo; las ideas de la directora, pese a los altibajos y a los tropiezos que sufren sus personajes, están mucho más cerca de la luz que de la oscuridad. La conclusión es que algo falla en el interior de esta propuesta, y que ni siquiera se puede alabar su sencillez o celebrar con reservas su convencionalismo o la calidez de un relato más hondo de lo que parece. La cámara observa y nosotros lo hacemos a través de ella, pero nunca invita a que vayamos más allá y escarbemos en sus –por lo general– insulsas imágenes, y confía todo su potencial a las prestaciones de su atractivo dúo protagonista.