45 años - El hundimiento

viernes, diciembre 25, 2015 0 Comments A+ a-

Kate y Geoff son un matrimonio de avanzada edad que mantiene una relación soñada. Pero un hecho en apariencia intrascendente se encargará de poner patas arriba su existencia. Será concretamente una carta remitida desde Suiza el elemento que perturbará la apacible vida de esta pareja. Un secreto inconfesable, al que en un principio Kate no da demasiada importancia, sale a la luz. Han hallado el cadáver de una mujer, el primer amor de Geoff, fruto del deshielo de los glaciares en los Alpes suizos. El comportamiento de Geoff mutará por completo al revivir un pasado que nunca había conseguido dejar atrás. A Kate le tocará asumir algo que nunca antes había imaginado: hubo una mujer -Katya, cuyo nombre y presencia condiciona por completo la narrativa del film- antes que ella en la vida de su marido. Todo esto a menos de una semana de la fiesta de celebración de su cuadragésimo quinto aniversario.
El joven Andrew Haigh, que ya demostró muy buenas maneras en 2011 con Weekend, nos somete aquí a un juego emocional que se va complicando y estrechando paulatinamente. Algo similar le ocurre a Kate, que tiene que lidiar con la incertidumbre de qué hubiera ocurrido si aquella mujer no se hubiese ahogado. De forma más que inteligente -y brillante-, el director británico va dosificándonos la información más relevante -a nosotros y a la propia protagonista en su búsqueda-.

La cercanía del espectador respecto a los protagonistas, lograda a través de múltiples planos cortos y primeros planos, únicamente desaparece con el evidente distanciamiento que tiene lugar mediante diferentes reencuadres, los cuales nos impiden incluso escuchar sus conversaciones. Es impresionante cómo se va descomponiendo poco a poco una relación sin que nos demos cuenta, únicamente observando un rostro que cada escena adquiere mayor importancia. Sin Charlotte Rampling y Tom Courtenay 45 años no sería lo mismo, os lo puedo asegurar. La interpretación de Rampling es soberbia, capaz de poner por sí sola la piel de gallina a cualquiera -véase el inmejorable y amargo plano final-.

Haigh desarrolla una parábola sobre los sentimientos, especialmente acerca de aquellos cercanos al dolor y la pérdida, a la confusión y la incertidumbre. Y lo mejor, lo que eleva 45 años a una calificación muy cercana a la obra maestra, es que todo ocurre bajo una aparente capa de normalidad. Pequeños detalles irán resquebrajando poco a poco algo que creían -y creíamos- consolidado, haciendo de esta drama uno de los más contundentes y mejor ejecutados de la década.

45 años crece cuando uno se detiene a analizar sus incontables virtudes. Un drama demoledor, que golpea precisamente por circular siempre por debajo de lo que vemos, detrás de los rostros de esa pareja de intérpretes tan brillante, en sus emociones. La película es brillante en su totalidad, pero toda la fuerza se desprende a partir de un descubrimiento que pone de manifiesto la importancia narrativa de unos créditos iniciales que en otra ocasión podrían haber pasado desapercibidos. A partir de ahí, disfrutamos -en sentido cinematográfico, exclusivamente- de una secuencia portentosa, una lección de manejo de las emociones y de saber cerrar una historia. De las mejores películas de este 2015, un año en el que Golem Films se está cubriendo de oro.