Midiendo el mundo - Doble error

viernes, enero 22, 2016 0 Comments A+ a-

En Midiendo el mundo Detlev Buck desarrolla dos biopics, por lo que podríamos decir sin ningún tipo de problema que erra doblemente. La película se centra, de forma individual en casi su totalidad, en el crecimiento y las vidas de dos mentes brillantes como las de Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauss. Sin embargo, parece que el fin único de la misma es mostrar la relación que surgió entre ambos en el ocaso de sus vidas. En apenas media hora se pretende despertar en el espectador algún tipo de emoción, pero la ejecución es realmente torpe y desastrosa, lo que consigue empeorar un conjunto que venía dejando mucho que desear.

Todo el transcurso de la trama se siente anodino y las imágenes acartonadas, con un dirección que destaca por plana, cuyas únicas decisiones con cierto riesgo resultan ser inaceptables. El interés se mantiene de forma intermitente gracias a que ambos científicos alemanes fueron personas dignas de estudiarse. No obstante, el tratamiento de los personajes y su desarrollo no podrían haber estado menos inspirados. Ni siquiera las aventuras de von Humboldt explorando el Nuevo Mundo, que podría tratarse perfectamente de un personaje recién salido de Aguirre, la cólera de Dios, dotan a la historia de un mínimo interés por seguir su escasamente atractivo hilo narrativo. Bueno, digamos hilos, pues ambas historias, a pesar de desarrollarse de forma paralela, no llegan a converger hasta que sus caminos se cruzan físicamente.

Rodaje de La Medición del MundoAl menos podemos conocer las diferentes obsesiones y cualidades de ambos científicos por ampliar los conocimientos sobre el mundo. Alexander von Humboldt fue un simpático y extrovertido explorador y geógrafo que nunca cesó en su ansia por descubrir nuevos lugares y comportamientos. Mientras tanto, Gauss, mucho más reservado que su compatriota, aprovechó su mente privilegiada para ampliar los conocimientos sobre el álgebra y la aritmética. Dos personalidades totalmente distintas pero igual de interesantes, de las cuales no sólo recibimos una imagen pobre y casi caricaturesca, sino que además el valor cinematográfico de la obra resulta prácticamente nulo.

El talón de Aquiles de Midiendo el mundo no es otro que su falta de esencia. Ninguna de las imágenes que podemos ver durante las dos horas de metraje consigue decirme nada, y es muy probable que mañana mismo sea incapaz de recordar un solo momento de la película. Impersonal, desalmada y por momentos tediosa, así es este doble biopic de Detlev Buck. Estoy convencido de que La medición mundo, la novela de Daniel Kehlmann -que coescribe este trabajo junto al director- que sirve como punto de partida para este film, es mucho más interesante y enriquecedora que el visionado de la película, que dentro de lo malo no resulta ofensiva ni logra superar la línea del aburrimiento.