Señor Manglehorn - La sombra de Pacino
Este año llegan a nuestras salas dos películas que, a pesar de que en un principio no parezcan tener nada en común -además de compartir protagonista-, acaban convirtiéndose en dos trabajos odiosamente similares. En ambos casos la película se centra -y existe gracias a- en la figura de su portentoso protagonista, el otrora omnipresente Al Pacino. Y, también en ambos casos, ésa acaba siendo a la vez su perdición y su salvación. El riesgo que conlleva jugar todas tus cartas a un mismo personaje es indudable, como también es un seguro de vida que un señor actor como Pacino cargue con todo el peso de la película a sus espaldas. Pros y contras, tanto en La sombra del actor como en Señor Manglehorn, para rescatar a un actor que parecía irremediablemente acabado. Y las dos pagan el precio para conseguir su objetivo -porque lo consiguen-: ser inmediatamente olvidables.
A.J. Manglehorn es un filósofo -ahora cerrajero- en horas bajas que vive en su casa junto a su gata. Escribe diariamente cartas a la mujer a la que ama, a la cual perdió 40 años atrás. Su relación con los que le rodean es prácticamente nula; parece asqueado por la sociedad y su entorno y no parece estar por la labor de cambiar esa situación. Los intentos de rehacer su vida acaban contándose por errores.
Por desgracia, las similitudes con la ya mencionada cinta de Barry Levinson no se reducen a otorgarle toda la importancia a Pacino, sino que la forma de evidenciar su crisis interna es prácticamente igual: montaje extraño y epiléptico, atronadora y pesada voz en off, dificultad para diferenciar entre realidad y ficción... Y adolece de prácticamente los mismos problemas que La sombra del actor, pues ambos acaban siendo productos irregulares salvados del despropósito por un inspirado Al Pacino. David Gordon Green se aleja así del buen resultado conseguido con su trabajo anterior, Joe.
Aun capaz de irritar en algunos momentos, Señor Manglehorn guarda tramos de una belleza y fuerza inusitada. Eso sumado a la colosal interpretación de un actor que no merece ningún tipo de duda sobre su rendimiento, terminan por hacer de esta película un trabajo a ratos muy interesante. Una forma algo más acertada de mostrar la crisis de un hombre de edad avanzada en absoluta decadencia -los dos personajes de los que hablo bien podrían ser desdoblamientos del Pacino real-.
Una vez más, tenemos una buena oportunidad de asistir a una demostración de dotes interpretativas, pero a través de un producto que difícilmente pueda satisfacer otro tipo de necesidades. Algunos saldrán contentos de la sala, pero muchos otros pensarán si de verdad es necesario renunciar a un producto de mayor empaque por permitir esa exhibición a deshora.