El rey tuerto - El ser alienado
"En el paÃs de los ciegos, el tuerto es el rey". Parece ser que bajo este enunciado se construyó la obra de teatro El rey tuerto, dirigida por Marc Crehuet, encargado ahora de llevarla a la gran pantalla. SerÃa injusto, tanto para la pelÃcula como para el cine español en general, establecer una analogÃa entre dicha frase y la situación de la ópera prima del director catalán dentro de nuestro panorama cinematográfico. Pero lo cierto es que El rey tuerto es la reina de las producciones españolas en lo que llevamos de 2016 -prácticamente la mitad-. Su primera media hora es una absoluta genialidad, dejándonos los mejores momentos cómicos del cine español en mucho tiempo. Nada de esto serÃa posible sin la estupenda labor de un cuartero actoral sencillamente impresionante. Los duelos dialécticos entre Alain Hernández y Miki Esparbé son una delicia.
El mayor logro de Crehuet es su atrevimiento para poner sobre la mesa multitud de temas importantes y tratarlos mediante el humor (negro). Por encima del propio enunciado que da nombre a la pelÃcula, encontramos una cuestión de mucho mayor calado: la alienación que sufre gran parte de la población española. El propio tono humorÃstico es lo que impide que el maniqueÃsmo se apodere de la cinta y haga de las suyas, algo relativamente fácil cuando se trata de entrar en materia polÃtica. Claro ejemplo de esto es la reciente La punta del iceberg, ópera prima de David Cánovas, que fracasaba por la facultad enjuiciadora de su discurso. El rey tuerto, afortunadamente, decide enfocar su discurso desde la perspectiva del individuo alienado, independientemente de la causa y las consecuencias de dicho problema. Quizá se trate antes de un problema humano que de uno polÃtico.
Un único escenario, un guion extraordinario -especialmente inspirado en los diálogos- y cuatro intérpretes totalmente entregados sobran para realizar uno de los debuts más sugerentes de la década. La puesta en escena minimalista nunca llega a transmitir excesiva teatralidad, gracias a algunas escenas de transición cuya presencia sirve para desarrollar el caos psicológico del protagonista. Por otra lado, el montaje y el inteligentÃsimo uso del sonido son elementos clave a la hora de transmitir una estable sensación de continuidad. Esto hace que el ritmo se mantenga en todo momento, a pesar de un intensÃsimo y sorprendente arranque.
El rey tuerto es una pequeña maravilla; una exhibición interpretativa de los dos miembros masculinos del reparto. Pero la cosa no se queda ahÃ, pues Ruth Llopis es una revelación a tener muy en cuenta. Su tiempo en pantalla es bastante inferior al de la pareja masculina, pero su trabajo es realmente meritorio. Pese a que no vaya a poder verse en demasiadas salas, os recomendarÃa a todos que os acerquéis y le deis una oportunidad, pues su trasfondo de actualidad es de interés común y su humor completamente universal y acertado. Una pelÃcula que sorprende, por su discurso y por sus interminables salidas humorÃsticas de nivel.