Noche real - Hoy toca ser normal
El discurso del rey, la oscarizada pelÃcula dirigida por Tom Hooper, erraba al ser incapaz de trascender la dimensión individual del rey Jorge VI. El trabajo resultaba algo superficial, sobre todo por desaprovechar un contexto sociohistórico más que interesante. En las antÃpodas de dicho trabajo se encuentra Noche real, que narra en clave de humor las desventuras de la princesa Isabel y su hermana Margarita durante la noche del 8 de mayo de 1945, en la celebración del DÃa de la Victoria en Europa. Las pretensiones de ambos trabajos no pueden equipararse, pero dentro de la superficialidad de la cinta de Julian Jarrold encontramos un trasfondo mucho más rico. El director británico trae de vuelta la esencia de la screwball comedy para contarnos una historia romántica y de (re)descubrimiento.
La pelÃcula abre con un plano del rostro de Sarah Gadon fundiéndose entre las imágenes del pueblo que celebra la rendición de la Alemania nazi. Esas imágenes podrÃan resumir sin ningún problema el conflicto interno de la princesa Isabel, que dota a la cinta de un componente dramático que en algunos momentos no daba la sensación de ir a existir. La culpa de esto, y a la vez el hecho causante de la gran mayorÃa de risas en el pase de prensa, la tiene el personaje de Margarita, tan unidimensional como eficaz a la hora de evidenciar las intenciones cómicas de la producción. Afortunadamente, llega un punto en el que se toma la acertada decisión de olvidarse de un personaje tan intrascendente y accesorio para contraponer los sentimientos de los personajes interpretados por Sarah Gadon -indudable motor narrativo del filme- y Jack Reynor. Además de los "problemas" que puede sufrir alguien como una futura monarca británica, encontramos la otra cara del asunto: un joven combatiente desencantado e incapaz de celebrar las palabras del rey, en oposición al aplauso generalizado del resto del pueblo. El asunto está tratado con cierta ligereza, no vamos a negarlo, pero también con la concisión necesaria para que adquiera cierta trascendencia, al menos dentro de la pelÃcula.
No hay ninguna duda respecto a la función de Noche real en nuestras carteleras: un divertimento amable con cierta dimensión histórica. Y lo cierto es que la cinta es más divertida cuando el personaje más intrascendente de todos desaparece de la pantalla, haciendo que cualquier situación cómica surja de forma espontánea. Al estupendo trabajo de Sarah Gadon hay que sumarle las pequeñas pero importantes intervenciones de Rupert Everett y Emily Watson, perfectos en sus respectivos roles. Todas estas virtudes -nunca notables- son suficientes para elevar el conjunto de un producto irregular y encorsetadamente circular.