Una decisión peligrosa (Good People) - Buena gente, mala película

miércoles, noviembre 18, 2015 0 Comments A+ a-

Una decisión peligrosa, como la que tomó Ruben Henrik Ganz al aceptar dirigir la adaptación de la novela de Marcus Sakey. En esta ocasión no sabría decir si da más pena el título original, Good People, o su “traducción” al español. Es una pena que el autor danés, cuyo éxito internacional llegó de la mano de la interesante Terriblemente feliz, vaya a darse a conocer al público menos cinéfilo a través de un thriller de tan pésima ejecución. Él mismo tiene parte de culpa de que sea así, por supuesto, pero este proyecto estaba abocado al fracaso desde su lamentable escritura.

La premisa de la que parte Una decisión peligrosa no sólo peca de excesivamente manoseada, sino que además conlleva un escaso índice de acierto. Una joven pareja contrae una deuda enorme al reformar la casa familiar que tiene en Londres. Un día, su casero muere de forma fulminante y encuentran junto a él nada más y nada menos que 20.000 libras. La pareja decide quedarse con el dinero, lo que traerá consigo una espiral de violencia con investigaciones criminales de por medio.


La primera toma de contacto de Henrik Ganz con el thriller comercial no podría haber sido más desastrosa. Una decisión peligrosa tiene un guion bochornoso, que nunca profundiza en el desarrollo de los personajes y registra un sinfín de diálogos que rayan el ridículo. En estos casos, la solución -o lo más parecido a una- se encuentra en camuflar todos los defectos puramente narrativos mediante un artificial pero efectivo virtuosismo técnico; sin embargo, la dirección del danés es tan plana, tan de telefilme, que ni siquiera logra crear un acabado visual atractivo ni sacar provecho de un reparto bastante prometedor. Si James Franco y Kate Hudson nunca habían estado tan mal, lo de Tom Wilkinson es digno de estudio. Todos los personajes parecen asustados, quizá porque sus intérpretes eran conscientes del despropósito que estaban contribuyendo a crear. Así, ni siquiera podemos evitar reírnos con las apariciones de un villano -Omar Sy- que nunca consigue intimidar pero sí dar pena.


Con todo, la película se sigue con cierto interés. Puede que esto no sea más que por la mera curiosidad de cuál será el próximo cliché en aparecer o el próximo diálogo con el que nos reiremos. La etiqueta de entretenimiento sin pretensiones, que ya de por sí tiene poca validez, le queda demasiado grande a un trabajo que no parece tener una sola. Una decisión peligrosa es lo mismo de siempre, pero peor escrito, filmado e interpretado que nunca. Al menos espero que le sirva como lección a un Ruben Henrik Ganz que ha demostrado tener cierto talento, aunque no para malgastarlo en productos inanes. Un desastre insostenible; de esas películas que, sin resultar insoportables, permanecen sumidas en un error interminable.