Taxi - Los límites de la realidad
Jafar Panahi, ganador de un León de Oro y un Leopardo de Oro, lleva siendo perseguido por su nación, Irán, desde 2009. El reputado y comprometido director pasó meses en prisión, encontrándose desde hace años incapacitado para hacer cine y bajo arresto domiciliario. Así. sus trabajos desde aquel momento, Esto no es una película y Closed Curtain, han sido rodados entre las paredes de su propia casa. Ahora, probablemente ayudado por una menor vigilancia de su Estado, Panahi se hace con un taxi y empieza a recorrer las calles de Teherán, cámara en salpicadero, filmando sus entrevistas a los viajeros y capturando el espíritu de la sociedad iraní a través de este viaje.
Como viene siendo habitual en su cine, Panahi juega con el espectador a su antojo, haciendo casi imposible la tarea de diferenciar entre realidad y ficción. En cualquier caso, y con más o menos guión, Panahi nos muestra el descontento de una sociedad que sufre cierta represión, con un tono ligero de comedia que deja la tragedia en un segundo plano, relegada a dos momentos puntuales. Los diferentes episodios que tienen lugar aportan cosas diferentes, dejando, cuando menos, una incontable cantidad de risas en el patio de butacas. Pero, evidentemente, nunca olvida -ni olvidamos- lo que hay detrás de todo: no puede hacer cine, y tiene que "camuflarse" para poder hacer cosas así de pequeñas -al menos sobre el papel- y rápidas.
Taxi funciona como vehículo -y nunca mejor dicho- para concienciar al espectador en clave cómica sobre los problemas que sufre la sociedad iraní. Un muy divertido documental que no aparta nunca la mirada sobre la situación socioeconómica de su país, sea realidad o ficción. Panahi, sin apenas medios, es capaz de hacer una obra tan espléndida y de sumar a su palmarés un Oso de Oro. ¿Le queda algún animal por ganar? Quizá ya sólo le quede tumbar al país que le reprime.