Reina Cristina - Más allá del fondo
A pesar de empezar su carrera prácticamente a la par, Mika Kaurismäki siempre ha vivido a la sombra de su talentoso hermano Aki, sin duda uno de los mejores cineastas en activo. Estoy convencido de que Reina Cristina no es la película ideal para descubrir la filmografía del eterno hermano, que quizá sea prácticamente un desconocido en nuestro territorio simplemente por ser hermano de quien es; o quizá sea al contrario, y los pocos que conocemos su existencia y/o su cine sea gracias a él. En cualquier caso, su última película está en las antípodas del cine de Aki, algo que era de esperar teniendo en cuenta la naturaleza del film.
El director finlandés se ha atrevido a llevar a la pantalla la historia de la Reina Cristina de Suecia, que durante su reinado en el siglo XVII desafió las convenciones de la época, puso en duda las tradiciones y cambió el curso de la historia. Sus ideas y su forma de gobernar supusieron una revolución sin precedentes, más aún tratándose de una mujer, pues estaban presionadas para contraer matrimonio y traer un futuro heredero a la vida de inmediato; además de todo eso, sus decisiones -las de las mujeres en general, pero más en este caso concreto- no eran tomadas en serio por algunos de los hombres que debían obedecerlas. Cristina desafiaba la actitud beligerante de sus antepasados, prefiriendo fomentar la educación de la sociedad a partir del estudio de las artes y las ciencias, no sin perder al apoyo de sus hombres de confianza (también por la relación que mantuvo con la Condesa Sparre). Cristina, aunque en ese momento no era consciente de ello y simplemente prevalecían sus instintos pasionales frente a los principios racionales, fue la precursora del movimiento feminista.
En cuanto al fondo, no cabe duda de que Reina Cristina es una película muy interesante, tanto por la relevancia histórica de los hechos que se relatan como por las peculiaridades de los mismos. Desgraciadamente, la forma nunca es capaz de acompañar debidamente al fondo y hacerle justicia. Ya desde el extraño prólogo de la película, donde se nos muestran las condiciones en las que se encontraba a los seis años, tras la muerte de su padre, advertimos algunos problemas que más tarde entorpecerán una narración trepidante, como es el caso de un montaje por momentos arbitrario. Lo que al principio son inexplicables fundidos -casi cortes- a negro, más tarde se traduce en un escaso reposo entre escenas argumentalmente trascendentes, que alcanzan su punto álgido cuando tienen lugar las elipsis temporales, que por suerte no son muchas. Igual de inexplicable es el uso de la cámara lenta, que hace de la dirección de Kaurismäki un trabajo realmente fallido. Puede que el objetivo de estas decisiones no fuera otro que dotar de personalidad a un producto de estas características -drama histórico-, cuyas formas suelen estar realmente encorsetadas.
El punto fuerte de la película, además de su más que interesante fondo y mensaje. son las interpretaciones, con especial atención en Malin Buska, que supone un verdadero descubrimiento. Por otra parte, y aun estando bastante desaprovechada, la presencia de Sarah Gadon es suficiente para elevar notablemente el interés de la cinta. Su nivel aumenta sustancialmente cuando las dos actrices forman parte del encuadre, pero también cuando, a través del plano-contraplano, se nos muestran las inequívocas miradas entre ambas. Los secundarios están todos correctos, aunque no hay ningún personaje con peso en la trama además de Cristina.
Es una pena que Kaurismäki no haya sido capaz de enfocar debidamente un guion que daba para mucho más, aun con su desarrollo de subtramas sin ninguna trascendencia argumental. Parece ser que su única intención era subrayar la situación de la mujer en la época, pero un torpe tratamiento de las mismas se encarga de invalidarlas. Entre los logros de Reina Cristina no encontramos ninguno que sea exclusivamente cinematográfico, más allá de la estupenda recreación de la época y el trabajo de las dos actrices que comparten cartel.