El mundo sigue - Crónica negra

jueves, julio 09, 2015 0 Comments A+ a-

Han pasado cincuenta años desde que El mundo sigue fuera estrenada de manera casi insultante en una sesión doble en el cine Buenos Aires de Bilbao. Quizá la palabra estrenada no sea la más adecuada, pues las posibilidades de verla en cines se acabaron ahí mismo. La censura fue la culpable de que esta obra maestra pasase desapercibida en su día, y, en consecuencia, de que hoy día sea prácticamente desconocida para gran parte del público. El detonante de tamaña injusticia fue la calificación “C” que se le dio una vez presentada al comité encargado de evaluar el tipo de subvención que debía recibir, lo que significaba una censura económica total. El guion también sufrió censura política en primera instancia, siendo admitido tras el cambio ministerial motivado por el cese de Fraga, seguramente por el hecho de que el escritor de la novela adaptada, Juan Antonio Zunzunegui, fuese falangista. No obstante, su admisión dependía de que algunos de los diálogos fueran suavizados.

Juan Estelrich, hijo del productor de El mundo sigue, ha realizado un duro trabajo de restauración de esta gran película. Y este mes, con la inestimable ayuda de la distribuidora A Contracorriente, se llevará a cabo el reestreno (o estreno) de la película en algunos cines de las ciudades más importantes de nuestro país. Un momento idóneo para que, con la colaboración de todos, este trabajo de Fernando Fernán Gómez alcance el lugar que se merece en la historia del cine español.


La historia se centra en el conflicto o conflictos que surgen entre los miembros de una familia de Madrid, en la aún moribunda España de posguerra, tan empobrecida económica como moralmente. Eloisa (Lina Canalejas) y Luisita (Gemma Cuervo) son unas hermanas que se odian a muerte. Sí, soy consciente de la brusquedad de la afirmación, pero es que la película está cargada de odio, hipocresía, violencia y miseria. Las hermanas llevan modos de vida totalmente opuestos: Eloisa decidió seguir el camino bien visto en aquella época, casarse temprano con un camarero ludópata al que apenas quiere y tener hijos con él; Luisita, sin embargo, disfruta de su vida de soltera y se aprovecha de hombres pudientes. El resto de su familia son estereotipos: la madre que se deja la piel para sacar a su familia adelante, el padre estricto que ejerce de guardia municipal, y el hermano ultracatólico que no sirve ni para seminarista. Sin embargo, estos personajes estereotipados son necesarios para plasmar una visión realista de la época.

La película abarca innumerables temas que están a la orden del día cincuenta años después, tales como el machismo, la violencia de género, la corrupción –personal y social- e incluso el aborto. Esos progenitores tan rectos y críticos con el modo de vida que lleva su hija, serán los mismos que se reconcilien con ella cuando en un momento dado se beneficien indirectamente de su posición económica. Porque en esta película todos los personajes persiguen el dinero, especialmente Faustino (Fernando Fernán Gómez), el marido de Eloisa, que invierte la mayor parte de su tiempo y dinero en las quinielas, mientras sus hijos no tienen alimentos que llevarse a la boca. Uno de los principales objetivos del director es no descuidar el desarrollo de ninguno de sus protagonistas –las hermanas y Faustino-; cuando la historia parece decantarse por desarrollar a fondo la vida de las dos hermanas, tanto cuando coinciden en la casa familiar como sus vidas íntimas, aparece Fernán Gómez como ese desgraciado huraño que adquiere vital importancia en la trama.


Fernán Gómez lleva a cabo, en clave de melodrama familiar, una crítica mordaz de una sociedad y una época. Lo mejor es que esa crítica, ese desolador retrato, parece ser un subtexto casi inintencionado. La visión casi documentalista de la época, es abordada con una garra e intensidad que termina por encerrar multitud de capas debajo de esos conflictos familiares. Ésta es la crónica negra de un momento en el que, mientras algunos estaban sumidos en la mayor de las miserias, tanto a nivel económico como de cicatrización de heridas abiertas por la guerra, otros se enriquecían sin saber muy bien cómo -anda, ¿de qué me suena esto?-. A través de un punzante guion, Fernán Gómez no escatima en añadir diálogos que rebosan humor e ironía, como aquél en el que el director de la editorial le dice al crítico teatral: “No sea usted quijote, y deje las cosas como están. Y no olvide esta regla áurea: Los hijos de los consejeros, y los consejeros, y los amigos y los parientes de los consejeros, tienen siempre muchísimo talento”.

Pero lo que hace de El mundo sigue la obra maestra que es, más allá del fiel reflejo de la España de posguerra en una familia cualquiera, es la intensidad y la frescura presentes durante las dos horas de película. Esto hay que agradecérselo a un reparto entregadísimo, en el que brillan todos y cada uno de los integrantes, desde el primero hasta el último. Y casi está de más hablar de la dirección de Fernán Gómez, que, como bien dijo Fernando Trueba en el coloquio posterior al pase de prensa, no parece que en ningún momento esté adaptando una obra literaria. Entre los elementos utilizados por un visionario como fue este director, habría que destacar esas subidas por las escaleras de las féminas de la familia, en las que se alternan, en un montaje paralelo, zooms con flashbacks de la infancia e imágenes de niños jugando en la plaza. Sin olvidarnos de esa voz en off que desvela los sentimientos más profundos tanto de Eloisa como de Luisita. Sellos de calidad como éstos están presentes en toda la cinta.


En palabras de Sacristán, Fernán Gómez era un cronista de un tiempo, que se posicionó en una posición moral anticipada a su tiempo para criticar con lucidez y rigor la realidad de una época que él mismo vivía. Y suscribo la totalidad de sus palabras, pues, desgraciadamente, El mundo sigue representa mejor nuestra sociedad que prácticamente cualquier película que se estrene hoy día en nuestro país. Ya sólo queda que nosotros, los espectadores, apoyemos esta iniciativa como es debido para que esta película pueda tener ese momento de gloria del que fue privada en su día.