Una historia real - Interés a través de la ficción
Michael Finkel (Jonah Hill) es un joven y prestigioso reportero del New York Times. Tras presentar un artículo falseado, es inmediatamente despedido y desacreditado por la opinión pública. Es entonces cuando recibe la noticia de que Christian Longo (James Franco), presuntamente asesino de toda su familia y buscado por el FBI, se hizo pasar por él cuando fue atrapado por la policía. Más que nada por curiosidad, Finkel decide ir a ver a prisión a Longo. El prisionero confiesa ser un ferviente admirador del periodista, y le pide a éste que escuche su historia, y que. una vez concluida, la haga pública. Esto supone una segunda oportunidad para Finkel, que no tardará en obsesionarse con tan enigmática e interesante personalidad. Tanto nosotros, los espectadores, como el propio Finkel, desconocemos cuáles son las verdaderas intenciones de Longo, el cual únicamente quiere algunas lecciones de escritura por parte del ex reportero del New York Times a cambio de tan relevante información.
La relación enfermiza entre los protagonistas, excepcionalmente interpretados por Hill y Franco, que cambian la comedia gamberra por el drama más turbio y psicólogico, se nos presenta en primera instancia a través de la escritura de cartas entre ellos. Así, poco a poco se nos irá desvelando la historia de lo sucedido aquella noche, o al menos la que a Longo le interesa contar. A modo de thriller intenso y atmosférico, nos vemos inmersos en un estado de creciente tensión de lo más logrado, en el cual asistimos al juego del gato y el ratón entre sus protagonistas, en el cual siempre se intuye un más que posible ganador. El matrimonio de Finkel con Jill (Felicity Jones) peligra, pero su admiración por Longo ha llegado a un punto en el que poco o nada le importa lo demás.
La historia real, recogida a través de unas memorias escritas por el propio Finkel, no parecía ser en un principio tan interesante como resulta ser la propia película. Una muestra de que la realidad no siempre supera a la ficción. El interés creado por Rupert Goold se manifiesta en esa constante atmósfera de completa incertidumbre, concretada en el aspecto psicológico de sus protagonistas. Para el buen funcionamiento de Una historia real, Goold se apoya, precisamente, en esa creciente tensión y en su brillante dúo protagonista. Por suerte, esos dos aspectos fundamentales resultan ser inquebrantables. No todos los aspectos funcionan igual de bien, pero el director consigue equilibrarlos poniendo el foco de atención siempre con inteligencia
Es cierto que en cuanto se desvía el foco de la relación entre ambos, el relato parece ir a perder el rumbo, pero por suerte nunca llega a desviarse lo suficiente. A pesar del más que interesante resultado logrado, siento que el primer trabajo para la pantalla grande de Rupert Goold carece de ambición, así como se echa en falta una mayor fuerza e intensidad que ayuden llegar a un clímax que no termina de aparecer. Felicity Jones está parcialmente desaprovechada, pero tiene su momento de gloria en la película, en una escena en la que ella sola está apunto de hacer saltar todo por los aires. Una vez más, demostrando lo alto que apunta esta joven y talentosa actriz.
Una historia real se perfila como una más que interesante propuesta, capaz de captar la atención y dejar buen sabor de boca, pero siempre alejada de maravillar. Consigue perturbar a pesar de tener la historia real un final de lo más cómico. Porque, como ya he dicho anteriormente, la ficción bien realizada puede superar a la realidad. Además, supone la confirmación de que sus protagonistas son incluso más válidos para el drama que para la comedia.