Circuito Cerrado - Ambición sin escrúpulos
En Circuito Cerrado, la última película del laureado director polaco Ryszard Bugajski, los guionistas Miroslaw Piepka y Michal Pruski escriben un libreto en clave de crítica mordaz al abuso de poder, la corrupción y las instituciones de su país. Para ello se basan en una historia real que gira en torno a tres jóvenes emprendedores, la cual tuvo lugar a principios del nuevo milenio. Piotr Maj, Marek Stawski y Grzegorz Rybarczyk son unos emprendedores que a principios del año 2000 crearon una exitosa empresa, la cual creció rápidamente, llamada Navar. Los beneficios de la empresa llamaron la atención de algunos hombres con poder, ambiciosos y sin ningún tipo de escrúpulos, los cuales diseñaron un plan para acabar con los creadores de la empresa y lucrarse de forma desorbitada.
Mientras uno ve Circuito Cerrado, es inevitable establecer paralelismos entre la historia que tiene lugar en la pantalla y muchos casos de corrupción que tenemos muy presentes en España. Además, podemos apreciar que esta clase de acciones injustificables y despiadadas, cuyos cabecillas acostumbran a salir con total impunidad, no son fruto de la crisis financiera que llevamos años sufriendo. Probablemente años atrás los casos fueran más aislados y menos flagrantes, pero el poder ilimitado de aquellos que ocupan las altas esferas viene de mucho antes. Es realmente devastador apreciar con qué facilidad se puede acabar con el honor y la familia de unos hombres completamente inocentes.
La mayor virtud del trabajo de Bugajski es no restar en ningún momento protagonismo a la historia. Todo el trabajo está supeditado a ésta, no hay alardes técnicos ni artificios. No hay mejor forma de plasmar unos hechos que ocurrieron en realidad que de una manera que resulte creíble en todo momento. Gran parte de la credibilidad la aporta un elenco que no parece estar actuando, haciendo así de la naturalidad una gran cualidad. La creación de una atmósfera que nos somete a un constante estado de tensión, sólo se ve perjudicada en los momentos que es acompañada por una banda sonora poco o nada acertada. Los silencios pierden importancia en favor de una melodía algo machacona.
Muchas de las subtramas de la película se cierran de forma un tanto abrupta, restando puntos a un global que por momentos se acerca al notable. Imagino que eso es única y exclusivamente para no engrosar la duración de la cinta, lo cual es un error de entidad. Además de la forma de cerrar ciertos cabos y resolver la historia, se echa en falta un poco más de sutileza en escenas como la que tiene el periodista con su jefe, la cual simplemente tiene lugar para mostrar que, en los momentos de importancia, la prensa no es más que un instrumento más de las altas esferas. Por otra parte, sí está bien desarrollada la transformación y la lucha de ese periodista de incuestionable moral, siendo la esperanza de una profesión cada vez más prostituida.
Circuito Cerrado es, además de un excelente vehículo de denuncia política, un buen thriller repleto de virtudes. Ciertos aspectos merman en parte el resultado, pero la fuerza de la cinta se mantiene intacta en los 113 minutos de duración. El peligro de que alguien con poder y falto de escrúpulos se sienta invulnerable reflejado de la mejor manera posible. Circuito Cerrado se postula como un título de interés muy recomendable.