Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia - De perdidos y perdedores

viernes, mayo 29, 2015 0 Comments A+ a-

El título de la nueva película de Roy Andersson, la cual pone fin a una trilogía que reflexiona acerca del sentido de la vida, pese a que pueda parecer una soberana estupidez, no podría ser más acertado. Porque Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia es la definición del absurdo más coherente. Como película, como titulo, como verdadero paralelismo entre aquellos que no encuentran su lugar en el mundo. Es un hecho que es un trabajo que, pese a su indudable calidad, generará prácticamente la misma cantidad de odio que de amor.

La cinta abre con un plano mudo y absurdo, que hace alusión -y no es la única vez- al título de la película, y que servirá como presentación del tono que inundará todo el metraje. Después se nos anuncia en unos títulos a modo de capítulos, la división en tres secuencias que muestran diferentes formas de enfrentarse a la muerte: una pareja de ancianos en las que apreciamos la incomunicación de la pareja, una discusión entre hermanos por cuestión de posibles bienes a heredar, y la reacción social frente a la posibilidad de conseguir los bienes pagados por un recién fallecido. En el transcurso del metraje seguiremos a diversos personajes que comparten la infelicidad, entre los que destacarán Sam y Jonathan, unos vendedores de artículos de broma que serán el eje central del relato.


Las reminiscencias al cine de Aki Kaurismaki son evidentes; los personajes que construye Andersson son casi tan desgraciados como los del finlandés, compartiendo también un estatismo mucho más pronunciado en el cine del sueco. Aunque debo decir que formalmente me recuerda más a Wes Anderson, que a pesar de que el dinamismo de su cine choque completamente con la austeridad de Roy en la puesta en escena, la composición de planos y encuadres me resulta muy similar. Pero no estamos aquí para comparar su estilo con el de otros directores, ya que su cine adquiere una entidad mayor que eso. Además, no olvidemos que aunque no tenga una filmografía extensa, lleva ya 50 años haciendo cine.

Es de admirar la frescura de la mente de Andersson, que es capaz de, gracias a una imaginación desbordante, darle una vida inabarcable a cada plano fijo (secuencia) que crea. El humor seco y absurdo están siempre presentes, aunque parece que al final pierde un poco de presencia en favor de que veamos la dolorosa realidad que hay en esos personajes desesperanzados. La única esperanza que parece tener Roy Andersson en la humanidad recae en los jóvenes, que están dibujados de manera totalmente distinta a cómo lo están todos aquellos que pasen los 40-50 años. Sus fugaces apariciones contrastan con el resto de personajes, gracias a una vitalidad que no encontramos en los demás, que llegan a un punto de alienación en el que ni siquiera saben en qué día viven.


Lo más interesante del filme llega con un sueño de Jonathan, que hará que nos cuestionemos los actos cometidos en el pasado, por nosotros mismos o los demás, sin saber bien el porqué. Nadie dice ni hace nada frente a un horror evidente, que desemboca en verdaderas atrocidades. El último trabajo del sueco es tan rico y complejo que es complicado desgranar todo cuanto nos gustaría. Es cierto que hay algunos pasajes de los que se podría prescindir, en los que se remarca constantemente la repetición, fruto de la monotonía de lo vivido. Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia nos invita a reflexionar acerca de nuestra propia existencia, mientras vemos a unos personajes que hacen lo mismo sobre la suya propia.

Inabarcable en su primer visionado, la ganadora del León de Oro el año pasado en Venecia supone un aliciente para que veamos el resto de trabajos del sueco. Uno de los primeros must en los estrenos de esta primera mitad de año, y un interesante trabajo que invita a la reflexión con la misma facilidad que hace reír.