Selma. Movimiento necesario y atemporal

miércoles, marzo 04, 2015 0 Comments A+ a-

Estamos acostumbrados a que todos los años nos llegue al menos una película desde Hollywood que trate temas como el racismo, la esclavitud y demás, sufridos por la raza negra en el transcurso de la historia moderna. Este año no podía faltar la cita anual con este tipo de película, a la cual nos enfrentamos a través de Selma, película dirigida por Ava DuVernay. La mayoría de películas de esta índole acaban fracasando, pues aportan poco o nada como denuncia social, y menos aún en el marco cinematográfico; pero Selma rompe los esquemas mostrados en esas obras irrelevantes. Selma es necesaria no ya como retrato de la marcha liderada por Martin Luther King desde Selma a Montgomery, sino como una denuncia prolongada a lo largo del tiempo, pues el racismo ha conseguido normalizarse pero no extinguirse. El mismo compositor de 'Glory', John Legend, dijo al recibir el premio Óscar a mejor canción original: "La ley del derecho al voto por la cual ellos (refiriéndose a King y el resto de los activistas) lucharon hace 50 años está siendo afectada ahora mismo en este país". Y eso es Selma, una obra que no se reduce a un retrato más o menos fidedigno del movimiento liderado por Luther King, siendo una denuncia o retrato actualizada del atemporal e inexorable racismo.

Se podría esperar que Selma fuese un vehículo para ensalzar la figura de Martin Luther King, pero nada más lejos de la realidad: el dibujo que realiza DuVernay del político y activista no le deja precisamente en el lugar de un Dios. Luther King tuvo que afrontar una serie de dudas y contradicciones lógicas en un líder de un movimiento tan grande e importante, relegando en ocasiones a su familia a un segundo plano, en pos de unas ideas que formaban parte de su propia persona. Lo que sí acaba siendo Selma, sin ningún ápice de duda, es el ensalzamiento de un movimiento y de cualquier minoría discriminada por algún motivo insignificante. El motivo por el que se inicia este movimiento que la película ilustra es, porque pese a ya existir una ley que permitía el voto de los ciudadanos negros, en algunas poblaciones del sur más arraigadas e intolerantes se seguía sin hacer efectivo ese derecho legal.

Ava DuVernay lleva a cabo una dirección de un exquisito buen gusto; a nivel técnico el poderío de la película es incontestable. Hay que destacar el trabajo de fotografía de Bradford Young, que nos deleita con unas imágenes que adquieren identidad por sí mismas y, a su vez, potencian una historia cimentada en un portentoso guión escrito por la propia directora, el cual es respaldado por una interpretación sorprendente y cautivadora por parte de David Oyelowo, en la piel de Martin Luther King. El resto de reparto realiza un trabajo más que destacable, encontrando caras conocidas como Tim Roth, Tom Wilkinson y Oprah Winfrey.


Por desgracia, todo lo que había hecho -y bien- Ava DuVernay, acaba por diluirse mediante una constante búsqueda de una innecesaria grandilocuencia en cada escena. Esta grandilocuencia se evidencia a través del uso de la cámara lenta, de los primeros planos, y algunos subrayados excesivos tanto en el propio guión como en elementos apreciables en las imágenes. Al ser una constante termina por sacarme de la película, y de mermar un cómputo global que apuntaba muy alto. Así, de una manera u otra, Selma termina por no diferenciarse del todo respecto del resto de películas de similar temática: manipuladoras y evidentes en su mayoría.

Y aun con todo, Selma termina siendo una de las películas más interesantes de este año pasado, y de imprescindible visionado. La factura técnica y la fuerza de su discurso y de algunas secuencias, la elevan cuanto menos a un nivel superior al de lo rutinario.